Algunas noches dormir no es de lo más fácil,
son mayores y tan fuertes los ecos de las palabras
que caminan callejones oscuros en mi memoria,
como queriendo hacerme recordar algo que olvidé,
llamando, susurrando, desde lejos cantando
alguna vieja canción que quizá un día valió un suspiro.
Un nombre, una voz, un secreto y un adiós;
frases que parecen déjà vu en lugares perdidos sin vistas.
un llanto, una caricia, un sueño y un latido;
emociones que resultan familiares, causan desequilibrio.
Hay hechos y realidades, absurdos pero racionales
que rompen mi tranquilidad y mi descansar es velar,
un complejo rompecabezas, piezas y más piezas,
costumbres que no tienen sabor distinto a lo insípido
y voy escalando entre ideas y borrosos recuerdos,
no hay esta noche una sola puerta de escape
ni un límite en el cielo, infinitas las estrellas.
Se callan los grillos, lloran en secreto luciérnagas,
una noche completa donde confundirse es más que soñar,
donde soñar es mucho más que volar y tal vez,
al volar no haya manera de regresar.
Regresan los ecos, las luces tímidas me alcanzan,
consigo un recuerdo colgado del árbol de los sueños olvidados,
todos los momentos que el pasado conservó presos
se escapan de una caja ya roída por polillas del destino…
Tengo tu nombre haciendo cosquillas a mi corazón…
me habré visto en esta situación siendo tan débil
que ese nombre, esa voz, ese secreto y ese adiós
hoy quiere no dejarme dormir, hoy quiere que te vuelva a vivir…
Tu voz era ese eco de palabras certeras…
Y en efecto… Ahora te vivo amor…
Ana Isabel
San Miguel, El Salvador
02/01/2011